Viajar con EF me ayudó a vencer mis miedos

Desde que nací vivo en General Las Heras, un pueblo de la provincia de Buenos Aires, con menos de 20.000 habitantes, al que llega solamente un ramal de tren y una línea de colectivos.

Como muchos de los que vivimos acá o en otras pequeñas ciudades de nuestro país, cuando estaba por terminar la escuela mi familia y yo decidimos que la mejor opción para seguir mis estudios universitarios era que me mude a  Buenos Aires… sola, lo que me llenó de inseguridades.

Como si esto fuera poco, otro gran paso para seguir con mis estudios fue que decidimos que viajaría al exterior a mejorar mi inglés, más precisamente a Nueva York.

Después de soñar el viaje muchas veces, en febrero de 2019 llegó el día en que estaba en ese campus hermoso, con mi primo unos meses menor que yo que me acompañó en ese viaje.

Tarrytown, donde está ubicado el campus de EF, es una ciudad chica que queda a menos de  una hora en tren de Manhattan. Como fuimos por poco tiempo, casi todos los días al salir de clase almorzábamos y nos íbamos a tomar el tren para disfrutar la ciudad.

El gran desafío: la noche en la Gran Manzana

Cuando nos fuimos de viaje, mi primo era menor de 18, por lo que tenía que estar todas las noches a las 11 pm en el campus. Yo soy fan de los musicales y mi idea era quedarme hasta tarde en los teatros, pero había un tema: me tenía que volver sola hasta la estación Grand Central y de ahí en tren a Tarrytown.

Estaba en Nueva York, la ciudad que tanto había soñado. No podía permitir que mi miedo a manejarme sola en una ciudad grande me impidiera una de las cosas que siempre había querido hacer: ver en vivo musicales de Broadway.

Con determinación, saqué entradas para varias obras y, después de recorrer todo el día, mi primo se volvía al campus mientras yo yo me iba al teatro.

Tener esas experiencias de manejarme sola de noche en una ciudad tan grande me sacó todos los miedos que tenía, y me dejó muchísimo más tranquila para el gran cambio que viene dentro de poco.

Ciudades grandes: ¡gracias a EF ya no les tengo miedo!