Un Viaje Singular
Un viaje no comienza cuando llegas a tu destino. El camino empieza con nuestro primer pensamiento, nuestro primer sueño sobre ese lugar al que queremos ir.
Cuando viaje sola por primera vez a Nueva York, tenía la esperanza de seguir recorriendo el mundo; pero nunca me imaginé que iba a poder lograrlo en tan poco tiempo. A principios de marzo, me dieron la gran noticia de que asistiría al Ambassador Meeting que este año se haría en San Diego, California. Esta es una reunión anual donde se reunen los top Ambassadors del mundo, los ex-estudiantes que aprovecharon la oportunidad de participar en el programa de lealtad de EF.
Un jueves a la tarde despegamos de Ezeiza con Caterina (mi compañera Ambassador) rumbo a la ciudad conocida como “America’s Finest City”; y después de un largo vuelo, mientras veíamos por la ventana sierras y palmeras, aterrizamos y fuimos recibidas con mucha calidez. El staff quería que disfrutemos al máximo nuestra corta estadía en el campus de EF San Diego (PD: es gigante ese lugar).
Fueron unos días muy intensos, donde la estabamos pasando tan bien que no agarramos el celular constantemente para ver redes sociales; porque en ese momento, sólo nos importó lo que estabamos viviendo ahí. Recorrimos la ciudad, nos llenamos de arena en Pacific Beach donde cenamos mientras veíamos cómo se escondía el sol detrás de las olas y nos reímos cantando por la calle.
Sí, obvio. Hubo charlas y presentaciones, pero no eran las típicas diapositivas aburridas. Fueron conversaciones motivantes en las que todos participabamos y aportabamos ideas. Todos expresamos nuestra opinión, practicando inglés como bonus.
El 10 de marzo cuando me dijeron que me iba a EE.UU., empezó una experiencia que va a quedar para siempre en mi memoria: un fin de semana en una hermosa ciudad rodeada de personas que desde el minuto uno sentí que eran amigos de toda la vida. No nos habíamos visto nunca y pasamos solo 48 horas juntos, pero nos unió el amor a viajar y a estudiar idiomas.
Gracias a los mejores coordinadores, Sven y Verena, que siempre buscaron que la pasemos increíble y tuvieron una enorme paciencia con nosotros.
Simplemente, fue un fin de semana inolvidable.