Lo que realmente pasa cuando viajás
Mi primer viaje al extranjero lo hice a los diecisiete años al irme de intercambio a Nueva York con EF, lo que menos esperaba era que ese viaje despertara tantas cosas en mí como lo hizo.
Llegué y por primera vez estaba en un suelo desconocido, un lugar en donde no se hablaba mi idioma, donde no estaban ni mis amigos, mi familia, mis costumbres ni mis calles y que tampoco tenía mi casa. Era un desconocido, en un lugar desconocido.
Era un comienzo de cero para todo lo que me fuera a cruzar, ya fueran lugares o personas. Por primera vez en mi vida estaba “solo”, con mis responsabilidades, mis pensamientos y mis decisiones. Nunca supe que necesitaba un tiempo para mí, y definitivamente me lo di.
Conocí nuevas personas que se convertirían en mi familia, nuevos lugares que se convertirían en mi casa, una nueva cultura a la cual me debía adaptar.
Viajar a un lugar al que nunca fuiste te obliga a volver a ser como un chico de 5 años, de pronto sos ignorante a casi todo, no podés leer nada, tenés solo el más básico de los conocimientos de cómo funcionan las cosas que hasta al cruzar la calle te sentís inseguro de lo que estás haciendo.
Simplemente tu vida se convierte en una serie de interesantes suposiciones de cómo funciona todo en el destino en el que estés, hasta que de una manera u otra las aprendés.
Lo cierto es que después de unas semanas llenas de experiencias, nuevas personas, nuevos lugares, una nueva cultura y nuevos recuerdos, volvía a Buenos Aires hecho otra persona y ahí entendí que viajar no solo te hace conocer otro lugar físico… Te hace conocerte a vos mismo, aprender, amar, extrañar, llorar, apreciar, pensar y mil verbos más.
Viajar es un verbo que implica muchos otros.
Por eso digo que viajar no solo es un concepto básico en el cual puedo decir que es ir a pasarla bien. Irse es lo más difícil. Tener que dejar un lugar que tanto adoraste en tan poco tiempo, separarse de ese grupo de amigos que se volvió una familia, abandonar ese cuarto del campus que hiciste sentir como tu propia casa, dar por sentado que todos los momentos del viaje se terminaron pero están tan vivos que pareciera que todavía están pasando. En conclusión, dejar esta experiencia que tanto te marca.
Al volver a tu país de tu primer viaje, el concepto de “casa” cambia. “Casa” ya no es un lugar, es un sentimiento que te lo puede dar un lugar, una persona y hasta un recuerdo. Y es ahí donde el sentimiento del viajero nace, ya no podés estar lejos de casa, porque “casa” ahora son personas esparcidas por distintas partes del mundo, “casa” se convierte en todos los lugares a los que fuiste que dejaron una marca en vos. Porque a dónde sea que viajes, de alguna manera, se convierte en una parte de vos.
Desde que hice esta experiencia con EF, busco que mis viajes me marquen, que me enseñen, que me hagan conocer a los que van a ser mis más grandes amigos. Que me hagan cuestionarme, ser más abierto y una mejor persona. Que saquen al verdadero Lautaro.
En conclusión: te recomiendo viajar.
“Una persona no hace un viaje, el viaje hace a la persona.” – John Steinbeck