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Isla de Vancouver…una aventura de flores, cultura y emociones.

Isla de Vancouver…una aventura de flores, cultura y emociones.

Un giro de 180 grados cuando llegamos a la isla de Vancouver, cuya capital es Victoria. Construcción europea de la época, y varios homenajes a caídos en las guerras. Una delicia para caminar como si uno estuviera realmente en Europa.

En la isla de Vancouver, algo que no te puedes perder son los Butchart Gardens, un oasis de flores ,perfumes y verdes con una curiosa historia. Originariamente fue una cantera de piedra caliza, propiedad de Robert y Jenny Butchart, que habían levantado una fábrica de cemento allí. En 1912, ya no había más depósito de piedra caliza, y Jenny imaginó el gran terreno como un gran jardín hundido, lleno de vegetación.

Y más tarde, se convirtió una atracción fabulosa para la isla, atrayendo no solo a locales sino a turistas de todo el mundo.

Un verdadero paraíso, para caminar y empaparse de las dos culturas, una la inglesa y la otra por supuesto la de los Pueblos Originarios. Estuve todo el tiempo en Canadá, buscando el porqué de la sensación que tenía, de que ambas estaban entrelazadas. En Capilano estaban los Tótems y la historia de cada Nación. Y aquí también, respeto e historia, que muestran al viajero. No existe una sin la otra.

Dos tótems fueron tallados en estilo clásico de la costa Salish por los maestros talladores Charles Elliott de la Nación Tsartlip y Doug La Fortune de la Banda Tsawout, y dedicados el 9 de septiembre de 2004 no solo para celebrar el centenario de los Jardines Butchart sino también en reconocimiento del rico patrimonio cultural proporcionado por los pueblos indígenas.

Las pistas se descubren por doquier a quien tenga un poco de curiosidad. Salimos de los jardines frescos como lechugas recién regadas, con una irreal sensación de haber estado en un acotado paraíso terrenal por un par de horas. Cuando volvimos al centro de Victoria, mi sorpresa no tuvo límites. Encontré una estatua de Emily Carr, una pintora que conocí a través de una novela de Louise Penny, una de mis favoritas.

En medio de una investigación policial, su personaje entrañable del inspector Gamache sigue una pista hasta la tribu de los Haida, más allá de Vancouver. Una pista que hacia referencia a Emily, pintora y una de los siete magníficos. El Grupo de los Siete fue un grupo de pintores canadienses, en especial paisajistas, de la década de 1920, originalmente compuesto por Franklin Carmichael, Lawren Harris, A. Y. Jackson, Frank Johnston, Arthur Lismer, J. E. H. MacDonald y Federico Varley.

Tom Thomson (que murió en 1917) y Emily Carr también estaban asociados al Grupo de los Siete, aunque ninguno de los dos llegó a ser miembro oficial alguna vez. El Grupo de los Siete fue famoso por sus pinturas de paisajes canadienses.

Emily Carr, nacida en 1871, Victoria. Hija de un inmigrante inglés y educada como tal. En la estatua , con su mono Woo y su perro. Pintora y escritora. Su vida fue una permanente lucha contra los obstáculos, los prejuicios de la época, las dificultades económicas y la decepción que sólo a finales de su vida le dió una cierta tregua en el reconocimiento de su obra como artista y escritora. Emily desde muy joven cursó artes, en Victoria y en Vancouver.

En París, se deslumbró con los impresionistas y aplicó esta técnica a toda su obra. Pero no encontró lo que buscaba. Volvió a su tierra y de a poco fue develando el motivo de su búsqueda....ella también buceaba en las venas de Canadá . Se fue a vivir con las comunidades de las Primeras Naciones al archipiélago de la Reina Carlota , más al norte de Vancouver, casi lindando con Alaska, en donde la línea entre las fronteras y las culturas se confunden y fusionan. De su vida en las aldeas y en la isla, llamada Haida Gwai por los haidas, y Queen Charlotte por los europeos, quedan innumerables pinturas.

Me dejé llevar por las imágenes que recordaba, un río de azules, verdes y platas, pinceladas fuertes y gruesas. Una tierra de bosques, de árboles que cobijan y construyen casas, y alimentan los fuegos. Este pueblo, Haida, hasta la llegada de la civilización era muy numeroso. Con la llegada del europeo surgieron enfermedades, tráfico de armas y alcohol, con lo que la población disminuyó drásticamente.

El pueblo vivía de la pesca del salmón y el bacalao, la recolección de bayas y raíces y la caza de ciervos, castores y aves. El negocio del comercio de pieles que explotaron los europeos, terminó con varias especies y puso en peligro de extinción a las nutrias.

La especialidad de las tribus era la talla en madera como se puede ver. Los Haida se fueron integrando, se opusieron a las talas incontroladas ejerciendo una fuerte presión sobre las autoridades hasta que el tema de las talas se reguló por ley. (sin guerras ni muertes).

El 3 de junio de 2010, el gobierno de la Columbia Británica promulgó la ley de Reconciliación con la Nación Haida, que renombraba las islas Haida Gwai y con este nombre debía aparecer en mapas y sellos postales, derogando para siempre el de Queen Charlotte. Entonces, ¿cuál es la corriente que une las dos culturas? Aparentemente, en mi humilde papel de espectadora ocasional, la aceptación y la posibilidad de intercambio entre ambas. Emily volvió de la isla y se aisló. Poco contacto con los demás, vivía con un perro y un mono llamado Woo, en medio del aislamiento.

Al final de su vida, fue reconocida como uno más por el grupo de los siete magníficos, un grupo de pintores que llevó los paisajes de Canadá por todo el mundo. Sin embargo, de todos ellos, sólo Emily profundizó en la cultura de las primeras naciones. Me puse a pensar qué parte de todo lo que había leído en su libro, a pesar de la pésima traducción, podría ser la pista que definía el aporte de las primeras naciones. Más allá de los Totems que cuentan el relato, más hondo que eso, la corriente de vida que se transmite a través de las venas de la historia.

Sin embargo, Sophie encargaba una lápida para cada uno, iba pagando de a poco, porque cuando terminaba una ya tenía que pagar la siguiente, y el pedrero le hacía un descuento grande para que pudiera hacerlo. Una vez a la semana, Sophie y Emily iban al cementerio del pueblo...con unas pocas flores. Sophie iba acariciando las piedras. Una por una.....Rosie...Marie....Mary......Emily....Joe.......

Este relato me conmovió. Ahí encontré entonces la respuesta. Volví a preguntarme...¿qué corre por las venas entonces? DIGNIDAD.

En la vida y en la muerte. Eso transmitieron.

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