Así cambié las reglas del juego de la vida
La vida como un juego de mesa
Pensemos en un juego de mesa, de esos que jugábamos cuando éramos chicos. Nacemos en el punto de partida y empezamos a avanzar. En algún punto compramos un auto y una casa, nos casamos y tenemos hijos. Llega un momento en que empezamos a comprar bienes más lujosos, por más tengamos que pedir una hipoteca al banco. Sobre el final del juego nos jubilamos, recibimos una pensión y el tablero nos indica que quedan pocos casilleros, que estamos por llegar al final del juego. Siempre, en todos los juegos, hay un punto donde se termina el tablero.
Lo que me preocupa de esto, es que muchas veces la vida real tiende a parecerse a la lógica de esos juegos. Sabiendo que, sea lo que sea, en algún punto el tablero se termina, ¿por qué no lo transitamos con más libertad? Hoy, ahora mismo, ¿a dónde irías? ¿Quién serías? ¿A qué te dedicarías?
Es común que en los primeros años de vida, que es cuando creativos somos, es cuando nos enseñan que la vida tiene que ser de una forma determinada, y en un orden específico. Estudiar, recibirse, conseguir un trabajo… y seguir avanzando en el tablero.
Afortunadamente, yo descubrí que en la vida real siempre tenemos oportunidades para romper el tablero.
Propongo un nuevo juego
Esta es mi propuesta: la vida es un tablero en blanco, un dado y 100 casilleros. Cada casillero es un año, y el tablero está en blanco porque vos vas poniendo cada casillero donde querés año a año. Cada vez que tirás el dado, siempre sale el 1, para que avances de a un casillero a la vez, decidiendo dónde ponerlo y cómo vivirlo. Ahora, los casilleros que dejaste atrás no son sólo recuadros negros, sino que son cajitas llenas con todo lo que pasó ese año.
Si entendemos la vida como un juego, un intercambio es algo que cambia por completo la forma de ver el juego, e incluso la forma de jugar.
Hacer un curso de idiomas en el exterior no sólo me ayudó a perfeccionar mi inglés, experimentar la vida sola en el exterior y conocer otras culturas. También cambió todo lo que yo pensaba sobre cómo vivir mi vida, cambió mi perspectiva, mi estrategia de jugada y, sobre todo, la forma en que llevo el juego.
Entendí que, en el juego de la vida, todos tenemos un tablero único e irrepetible. Mi juego lo escribo yo. Tiro el dado al terminar cada experiencia y así voy avanzando, casillero a casillero, aprendizaje a aprendizaje.