Viajar: la mejor forma de aprender
Estas son las principales razones por las que, desde mi experiencia con EF, recomiendo invertir en viajar para aprender.
Aprendí a manejarme sola
Tenía 18 años. Apenas me había empezado a manejar sola en mi ciudad, La Plata. Fui a una residencia en Malta, y allá me vi aprendiendo a orientarme, a cocinar y a ser responsable (por ejemplo, levantarme temprano para ir a clases incluso cuando me había acostado tarde la noche anterior).
Aprendí con personas de diferentes lugares del mundo
Aprendí de sus culturas muchísimo más de lo que podría haber aprendido leyendo, viendo películas o informándome por internet. Me abrí no sólo a estas nuevas experiencias, sino también a nuevas formas de ver el mundo (incluso podría decir que me abrí a nuevos mundos).
Aprendí a dejar miedos de lado
Salí de mi zona de confort. Viajé sola por primera vez en mi vida. Fue algo que tenía muchas ganas de hacer, pero que a la vez me daba un miedo bastante importante. Por un momento veía súper lejano el hecho de viajar sin mi familia, por cualquier miedo o circunstancia que se me podía llegar a presentar. Pero una vez que lo hice; una vez que me animé, ahora lo veo y estoy cada vez más convencida de que realmente fue una de las mejores decisiones que tomé en mi vida.
Un miedo muy grande que deje de lado fue la timidez. Yo me consideraba a mí misma muy tímida, vergonzosa e introvertida; y en ese viaje, todos esos preconceptos hacia mi misma cambiaron: al estar en otro ambiente, rodeada de personas que no me conocían, creo fue de mucha ayuda para soltarme y dejar de tenerle miedo al “que dirán”. Y eso me re sirvió, siento que me dio una especie de empujoncito para animarme a ser quien soy. Más que buscar amigos, lo que busqué fue conectar con las personas, y permitiéndome ser yo misma, di lugar al mejor escenario posible para que eso haya podido ocurrir.
Me conocí más
Tuve mi primer viaje con EF cuando estaba en plena transición del colegio a la vida adulta, y creo que estando allá se me abrieron muchísimas preguntas hacia mí misma, sobre quién soy y lo que quiero hacer en la vida. Mucho de eso todavía lo sigo descubriendo, pero lo que pude aprender en ese momento fue: haga lo que haga, quiero seguir conociéndome, quiero seguir conociendo el mundo. Quiero seguir viajando.
Viví el idioma
Me enfrenté a interactuar en inglés en actividades de todos los días. Conviví durante un mes en la habitación con una noruega y una coreana, y digamos que si queríamos conocernos y aprender sobre nosotras, de nuestra vida, cultura y organizar para hacer actividades juntas, era bastante necesario poner en práctica nuestro progreso al aprender el idioma.
Conocí mucho más que un destino
Por más de que permanezcas en una sola ciudad o en un solo país durante toda tu estadía, te aseguro que mientras estés abierto o abierta a escuchar y a conectarte con otras personas, vas a tener la posibilidad de viajar por todo el mundo. Yo puedo decirles que mientras escuchaba a mi roommate, yo conocí una parte de Corea del Sur. Y fue increíble. Y ya pasó más de un año, y todavía sigo estando en contacto con ella.
Por último quiero agregar algo: además de todas las hermosísimas experiencias que me llevé de esos días en Malta en enero de 2018, puedo decir que este viaje, aunque haya terminado, me dejó muchas experiencias más, que todavía no viví. ¿Cómo es eso?
Además de que mis deseos y ganas de viajar por todo el mundo hayan aumentado muchísimo, si en algún momento de mi vida quiero conocer Francia, España, Ecuador, Italia, Chile, Bolivia o Corea del Sur, yo sé que existe una personita en cada lugar que estaría más que dispuesta a compartir experiencias conmigo 🙂