9 cosas que entendés cuando vivís en París
No hay nada como ser un experto en París; conocer los secretos de la ciudad y las costumbres de los parisinos. Tanto si te acabás de mudar o si la Ciudad de las Luces ya ha sido tu hogar durante un tiempo, veamos si estás de acuerdo con estas nueve peculiaridades que hacen que los parisinos sean tan increíblemente únicos.
París es (el centro de) el mundo
Los parisinos son muy territoriales y no les da vergüenza mostrarlo. La ciudad está dividida en 20 distritos o arrondissements, cada uno con su propia identidad. A su vez, París está dividida en dos por el río Sena: los parisinos de la Rive Droite, orilla derecha -los más bohemios y artísticos (bobo)-, no irían ni muertos a la Rive Gauche, la mucho más vulgar (bourgeois) orilla izquierda; está muy por debajo de su nivel de sofisticación. Con todas estas preocupaciones, ¿quién tiene tiempo para pensar en otras ciudades como Lyon, Lille, o Le Havre?
Quejarse es una forma de arte
Los franceses adoran quejarse y los parisinos llevan esta destreza al siguiente nivel: el clima es demasiado cálido, el pain au chocolat es demasiado dulce, Versalles es demasiado _kitsch…_te podes dar una idea. A pesar de que esta práctica puede haberte impresionado al principio, aprendiste a ser descaradamente indiferente; en otras palabras, un parisino por excelencia, dejándote llevar por el flujo interminable de quejas.
¿Agarraste la última Vélib que quedaba? Imapagable
Te va a encantar descubrir las bicicletas Vélib: alquilá una bicicleta en cualquier lugar de París por 1 € y devuolvela horas más tarde en cualquiera de las estaciones autoservicio de bicicletas dispersas por toda la ciudad. Después de superar los peligrosos bocinazos de los colectivos, taxistas salvajes y carriles inexistentes para bicicletas, pasarás a formar parte de las filas de aquellos que juran que no hay cosa más satisfactoria que agarrar la última Vélib en una terminal de bicicletas.
Averiguar que el subte es el transporte definitivo
París es inseparable de su métro (subte) y, una vez que vivas ahí, te vas a dar cuenta de ésto en seguida, porque viajar en subte en París es una necesidad. Sus 14 líneas, más de 300 paradas y esos cruces interminables de túneles forman un laberinto que puede ser abrumador e incluso hacer que los viajeros más experimentados vayan en círculos. Sin embargo, dominar este laberinto -y que no necesites consultar mapas frenéticamente para saber dónde vas- es un verdadero logro y debería recompensarse con la llave de la ciudad.
Siempre hay un atajo
Lo bueno de París es pasear por lugares poco turísticos y perderse momentáneamente para luego aparecer victoriosamente a través de un atajo. ¿Quién no cruzó por callejones cubiertos, acortó camino a través de patios de museo o usó entradas traseras para ahorrar unos minutos valiosos? La galería comercial Passage du Grand-Cerf, el callejón empedrado Cour du Commerce-Saint-André y la entrada al Louvre Porte des Lions son solo unos pocos ejemplos de estas joyas ocultas en el mapa turístico.
La Torre Eiffel nunca aburre
No importa cuántas veces pases por monumentos como la Torre Eiffel, el Arco de Triunfo o el Grand Palais, siempre te van a asombrar. París es verdaderamente hermosa y, cuando creés que lo viste todo, te sorprende de forma inesperada, tanto en grandes como pequeños detalles: desde un rayo de sol en el Grande Arche de la Défense, a las perfectamente orquestadas gotas de lluvia cayendo en los estanques del Jardin du Luxembourg.
París despierta tus sentidos
Ya sea aprendiendo a decir la hora mirando el brillo de la Torre Eiffel a la distancia, dejando que el pan recién horneado se derrita en tu boca, reconociendo ese inconfundible olor metálico del subte o sintiendo en tus manos las lujosas telas de los grandes almacenes, París agudiza tus sentidos de una forma asombrosa.
El libro de texto en francés no te llevará lejos (pero si la inmersión)
Los parisinos adoran su jerga: bref (breve), BG (chico o chica atractiva), bof (no sé, bueno, más o menos) son ejemplos típicos. Si queres participar de las conversaciones, tenés que sacar la nariz de tus libros. Los parisinos no solo hablan rápido y se refieren a conceptos y lugares de los que nunca oíste hablar, sino que también invierten las sílabas y arrastran las palabras. Sin embargo, hay esperanza para los no-parisinos: sumergirte en la cultura popular, escuchar la radio o buscar un compañero local para practicar el idioma son algunos de los tips que pueden ayudarte.
Nunca te olvides de estar a la moda
La semana de la moda dura todo el año en París. Quedaron atrás los tiempos en que ibas a escondidas en pijama al correo o entrabas en ojotas a la carnicería. Ahora elegís cuidadosamente los accesorios, usás un perfume de marca y dominás el discreto (aunque implacable) estilo parisino.